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Emma Bolshia Bravo Cladera: pionera en la denuncia de la violencia de Estado en Bolivia

Celebrando el día de su nacimiento, hacemos un breve recorrido por la vida y los significativos aportes de la cofundadora y actual directora del Instituto de Terapia e Investigación sobre las Secuelas de la Tortura y la Violencia de Estado. Su voz se ha posicionado en el escenario nacional e internacional denunciando las causas y las secuelas de la tortura y la violencia de Estado, siempre posicionándose del lado de los grupos más vulnerables: indígenas, mujeres y migrantes.

“Las organizaciones de DDHH, las personas defensoras de los mismos no pueden servir honradamente al mercado y a los derechos humanos so pretexto de una posición neutral. En esta defensa no hay neutralidad posible”.

Emma Bolshia Bravo Cladera

Emma Bolshia nació en Oruro, el 27 de agosto de 1945. El contexto nacional de aquella época estaba marcado por la revolución indígena, obrera y minera. Tan solo tres años antes, el 21 de diciembre de 1942, había ocurrido la Masacre de Catavi y justamente su padre Fernando Bravo James, docente universitario y militante político y, su madre Elsa Cladera, maestra y dirigente sindical se conocieron durante una manifestación frente a la prefectura de Oruro para alzar la voz en contra de esa aniquilación humana.

Su padre le transmitió el amor por los libros y el pensamiento crítico y de su madre heredó la firmeza de carácter y la determinación para defender los derechos de los más vulnerables. De ambos, interiorizó el compromiso social y la justicia fueron el centro de la vida cotidiana.

Desde la secundaria, Emma Bolshia se destacó como dirigente estudiantil, y pronto sus pasos la llevaron a ejercer la docencia en comunidades rurales del altiplano paceño, trabajando con niños y niñas aymaras en preescolar. Comenzó sus estudios universitarios en la Universidad Mayor de San Andrés.

Emma Bolshia Bravo Cladera junto a Andrés Gautier y Thomas Becker en Haití durante una sesión de CIDH.
Un trabajo persistente desde el exilio

Tras el Golpe de Estado de Banzer, en 1971, Emma Bolshia y su familia se vieron obligados a exiliarse en Chile, y en 1974, tras el Golpe de Pinochet, se vio obligada a trasladarse a Suiza, con una niña de 2 años y un niño de 9 meses en brazos, como refugiada política. La integración no fue fácil: adaptarse a una nueva cultura, aprender un idioma distinto y reconstruir su vida significó un desafío enorme. Sin embargo, su determinación y pasión por el estudio la llevaron a retomar sus estudios en la Universidad de Friburgo, donde completó una licenciatura en Pedagogía Curativa Clínica y un Master en Psicología.

Durante este tiempo, realizó su primer trabajo de campo en Bolivia sobre psicología intercultural, estudiando las estrategias cognitivas de niños y niñas aymaras de la comunidad de Corpa (municipio de Jesús de Machaca) en comparación con sus pares urbanos en Ginebra, Suiza.

En paralelo, participó activamente en comités de solidaridad con los pueblos latinoamericanos y en organizaciones suizas como el Centro de Contacto Suizos-Inmigrantes y SOS Racismo. Su compromiso feminista se reflejó en la cofundación del “Espacio Mujeres” (Friburgo) y de la creación de la Asociación “Aquí Nosotras”, que unió a mujeres latinoamericanas y suizas para visibilizar sus derechos, organizar conferencias sobre educación bilingüe, prevención del abuso infantil y educación inclusiva, y denunciar las condiciones de vida y trabajo de mujeres latinoamericanas en situación irregular en Suiza.

Fue la primera mujer latinoamericana invitada al parlamento suizo, donde expuso la problemática de las mujeres migrantes y presentó propuestas sobre permisos de trabajo, acceso a cursos de idiomas, seguro médico, salarios dignos y pidiendo amnistía para ellas. En 1996, participó en la organización de la 1era “Marcha Mundial de Mujeres” y redactó la primera plataforma de derechos de las mujeres migrantes. En Bolivia es miembro activo de diversos colectivos feministas.

El retorno a Bolivia, un compromiso político

Después de años de exilio y trabajo internacional, el retorno a Bolivia fue un sueño largamente acariciado y, al mismo tiempo, un desafío. Finalmente, en 2001, junto a Andrés Gautier, fundó el Instituto de Terapia e Investigación sobre las Secuelas de la Tortura y la Violencia de Estado (ITEI). Desde entonces, ha trabajado incansablemente en la denuncia de la tortura, así como en su prevención, documentación y la rehabilitación de las víctimas, abordando también los impactos en sus familias y comunidades. Desde la fundación del ITEI se ha desempeñado primero como coordinadora y representante legal y luego como directora ejecutiva; al mismo tiempo ha asumido la responsabilidad en la formación y la investigación.

Emma Bolshia Bravo Cladera acompañando la Marcha por la Dignidad el 24 de mayo en Sucre.

Desde su formación como psicóloga, el trabajo en el ITEI le ha permitido intervenir en casos emblemáticos como Octubre Negro (2003), la Represión a la Marcha por la Sobrevivencia (2003), la Masacre del Porvenir (2008), la represión en Alto Parapetí (2008), la Humillación a Campesinos el 24 de mayo en Sucre (2008), las Masacres de Senkata y Sacaba (2019), en todos estos hechos brindando atención integral con un enfoque psicosocial a las víctimas.

Su preocupación en poder contar con profesionales bolivianos formados y sensibles hacia la problemática de la tortura se refleja en haber logrado introducir la temática de la tortura y malos tratos en la academia, a través del desarrollo de posgrados en convenio con instancias estatales y universidades desde 2018, donde participó como docente, siempre con un enfoque pluridisciplinario, con bajo costo y de acceso a poblaciones de bajos recursos, en colaboración con expertos nacionales e internacionales. Durante más de una década, trabajó con la realización de talleres sobre: “Liderazgo para la participación política juvenil” y escuelas de formación política en Achacachi y comunidades aledañas de Omasuyos y en la mina de Huanuni con jóvenes .

Emma Bolshia ha llevado su voz a escenarios internacionales, participando en audiencias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos denunciando tortura y violaciones a los derechos humanos durante los acontecimientos de noviembre de 2019, fue miembro del equipo investigador de la Organización Mundial Contra la Tortura para el tema: “Pueblos indígenas y Tortura”, y ha sido invitada a participar en diferentes eventos de Naciones Unidas. Su trabajo y compromiso ha sido reconocido con múltiples distinciones: siendo propuesta por la Embajada de Francia en Bolivia para la obtención del Premio Franco-Alemán de Derechos Humanos, también ha recibido reconocimientos de la Cámara de Diputados de Bolivia, el Colegio de Psicólogos de La Paz y el Centro Sir[a] de Madrid, entre otros.

Reconocimiento otorgado por el Colegio de Psicólogos de La Paz.

Su producción académica refleja la profundidad de su compromiso: desde estudios sobre mujeres migrantes latinoamericanas en Suiza hasta informes sobre tortura y violencia de Estado en Bolivia, siempre con el objetivo de visibilizar, documentar y denunciar este flagelo.

Actualmente, impulsa la incidencia política y pública para la aprobación del “Proyecto de ley integral para prevenir, investigar, sancionar y repara la tortura, tratos o penas crueles, inhumanos y degradantes” en Bolivia, lo que se constituye en un logro fundamental en la erradicación de la tortura y que contemple la atención a las víctimas y en beneficio de la población boliviana.

Emma Bolshia Bravo Cladera, ha sido, y es hoy, una voz firme, muchas veces incómoda pero necesaria y urgente que no teme denunciar la violencia de Estado.

En el ITEI nosotros investigamos, sobre todo, para recuperar una memoria histórica de las luchas sociales en Bolivia y denunciar. ¿Denunciar para qué? Nosotros ahí somos pretenciosos, queremos crear una conciencia colectiva sobre lo que es la tortura y otras formas de violencia de Estado y sus secuelas biopsicosociales. Que de esto surja un “nunca más” colectivo.

Emma Bolshia Bravo Cladera, 2025

Junto al Equipo del ITEI, recibiendo un reconocimiento en la Asamblea Legislativa en 2023.